Gente que se levanta odiando y se acuesta odiando

Algunos políticos odiadores han encontrado su nicho populista en el racismo y la xenofobia, van alimentando ese germen en las cabezas de la gente. Es fácil hacer que se odie al más débil en vez de señalar a los auténticos culpables.

El culpable de que las personas se tengan que desplazar es el capitalismo neoliberal, que demanda mano de obra barata, que saquea y destruye las economías de los países más pobres. Van allí a esclavizar a la población y a saquear sus recursos. Después, cuando esta gente llega a nuestros países a por un poco de pan, se les señala como a los culpables de que la economía no vaya bien. No señalan a las grandes multinacionales explotadoras como Amazon, o a los bancos desahuciadores, o a los fondos de inversión que especulan con todo y hacen que se disparen los precios. Señalan al pobre subsahariano que huye de la miseria. El capitalismo esclaviza a unos y precariza a los otros, después los enfrenta y hace que se odien.

Estos protagonistas de "El club del odio" se levantan odiando y se acuestan odiando, y entre medio siguen odiando. Cuando te encuentras uno de estos inoculados de odio en el mercado, o en el trabajo, no habla de otra cosa. Si llueve es culpa de los extranjeros, si hace mucho calor, también. De todo culpan a los extranjeros: "nos quitan el trabajo", "no se integran en nuestra cultura", "solo comen arroz", "ponen la música muy alta", "solo vienen a robar", "se llevan todas las ayudas". Luego te enseñan vídeos que les han compartido por las redes sociales de inmigrantes malísimos haciendo todo tipo de barbaridades, como si los inmigrantes por el hecho de ser inmigrantes tuvieran un gen que les hace delinquir.

Roberto Vaquero


Pero la realidad es que, según estadísticas oficiales en España, solo el 23% de los delitos son cometidos por extranjeros, el 77% restante son cometidos por españoles. Si que es verdad que, porcentualmente, los índices de delincuencia entre la población extranjera son altos, pero se deben a que también son los más vulnerables. La marginación siempre acaba provocando delincuencia, es inevitable.

Luego está el odio a sus costumbres, a su cultura, a su religión, lo que debería de verse como tesoros culturales: su gastronomía, su música, sus costumbres... Los odiadores lo ven como salvajadas de gentes que no se integran, como si tener que integrarse fuera una obligación. Destila una superioridad moral insoportable. Otros prefieren hablar de respeto mutuo, de enriquecer una cultura con la otra, al final se acaban mezclando de manera natural, ha pasado así a lo largo de la historia.

Los políticos populistas y xenófobos aprovechan la situación de inmigración por pobreza para sembrar odio y miedo en la sociedad. Utilizan a los inmigrantes como chivos expiatorios de los problemas económicos y sociales, cuando en realidad son consecuencia de las políticas neoliberales que ellos mismos defienden. Alimentan el germen del odio en la sociedad para obtener réditos electorales, sin importarles las consecuencias que esto pueda tener en la convivencia y el respeto mutuo entre culturas.

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